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miércoles, 12 de febrero de 2020
EL AMOR ES UNA
NECESIDAD HUMANA.
Sin él, el matrimonio, la familia o la amistad no subsistirían.
Por tanto, es lógico que el amor sea esencial para nuestra salud mental y
nuestra felicidad. Pero ¿de qué amor estamos hablando?
No hablamos del amor romántico, que, por supuesto, también
es importante, sino de un amor superior que hace que mostremos interés sincero
por el bienestar de los demás hasta el punto de sacrificarnos por ellos. Es un
amor que se rige por principios bíblicos, pero eso no significa que carezca de
afecto y ternura.
Fíjese en esta hermosa descripción del amor: “El amor es
sufrido y bondadoso. El amor no es celoso, no se vanagloria, no se hincha, no
se porta indecentemente, no busca sus propios intereses, no se siente
provocado. No lleva cuenta del daño. No se regocija por la injusticia, sino que
se regocija con la verdad. Todas las cosas las soporta, [...] todas las espera,
todas las aguanta. El amor nunca falla” (1 Corintios 13:4-8).
Ese amor “nunca falla”. Siempre existirá. Es más, puede
hacerse aún más fuerte con el paso del tiempo. Y como es sufrido, bondadoso y
sabe perdonar, es “un vínculo perfecto de unión” (Colosenses 3:14). Por lo
tanto, las relaciones personales que se basan en un amor como ese son estables
y felices, a pesar las imperfecciones. Pensemos, por ejemplo, en el matrimonio.
UNIDOS POR “UN
VÍNCULO PERFECTO”
Jesucristo enseñó importantes principios sobre el
matrimonio. Él dijo: “‘El hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá a
su esposa, y los dos serán una sola carne’ [...]. Por lo tanto, lo que Dios ha
unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre” (Mateo 19:5, 6). Aquí se
destacan por lo menos dos principios fundamentales.
“LOS DOS SERÁN UNA
SOLA CARNE”
El matrimonio es la relación más íntima que existe, y el
amor puede protegerlo de la infidelidad, es decir, puede evitar que cualquiera
de los cónyuges llegue a ser “un solo cuerpo” con otra persona (1 Corintios
6:16; Hebreos 13:4). La infidelidad hace añicos la confianza y quizás haga
naufragar el matrimonio. Y, si la pareja tiene hijos, el daño tal vez sea aún
mayor, pues ellos pueden pensar que nadie los quiere o sentirse inseguros o
hasta resentidos.
“LO QUE DIOS HA UNIDO”
El matrimonio también es una unión sagrada. Los cónyuges que
lo ven así hacen lo posible por fortalecer su relación. No buscan una salida
fácil a los problemas. Como su amor es fuerte, superan juntos todas las dificultades
y se esfuerzan por vivir en paz y armonía.
Lo mejor que pueden hacer los padres por sus hijos es amarse
de forma abnegada. Una joven llamada Jessica comentó: “Mis padres se quieren
mucho y se respetan. Cuando veo que mi madre respeta las decisiones de mi
padre, siento que quiero ser como ella”.
E
l amor es la principal cualidad de Dios. De hecho, la
Biblia dice que “Dios es amor” (1 Juan 4:8). Por lo tanto, no nos sorprende que
a Jehová se le llame además el “Dios feliz” (1 Timoteo 1:11).
Nosotros también
seremos felices si nos esforzamos por imitar sus cualidades, sobre todo su
amor. Efesios 5:1, 2 nos aconseja: “Háganse imitadores de Dios, como hijos amados,
y sigan andando en amor”.
Razones por las que
el amor produce felicidad:
■ Nos
ayuda a interesarnos sinceramente por el bienestar de los demás.
■ Puede
hacerse más fuerte con el paso del tiempo.
■ Contribuye
a que las amistades y los matrimonios se fortalezcan y a que superen las
dificultades.
■ Ayuda
a los niños a crecer felices y a sentirse seguros.
■ Hace
que nos parezcamos más a nuestro Creador.